Su esposa, su hija y la pasión por la cocina son los motores que lo inspiran.
Cuéntanos tu historia: Nací en un hogar donde mis padres eran grandes profesionistas: mi madre era contadora y mi padre, oncólogo. Aunque mi madre se dedicaba principalmente al hogar, ambos tenían habilidades culinarias excepcionales. La gastronomía siempre fue un tema relevante en mi familia, y de ahí nació mi pasión por la cocina. Desde niño, mi sueño fue ser chef, aunque en aquella época la profesión no era tan reconocida como lo es hoy en día. A pesar de ello, me enfoqué en perseguir ese sueño con determinación.
Mis primeros pasos en el mundo gastronómico profesional fueron en el Restaurante Le Petite France, un bistró importante en la Ciudad de México. Fue allí donde encontré a mi mejor mentor, un suizo que me enseñó mucho sobre el arte culinario y la vida en la cocina, enfrentando numerosos desafíos que sin duda me moldearon como chef.
Más tarde, ingresé a la Universidad Iberoamericana, donde tuve el privilegio de ser parte de la primera generación en la carrera de Gastronomía. De las seis generaciones que cursaron durante esa época, solo cinco nos dedicamos realmente a la cocina.
Con el tiempo, conocí a mi segundo mentor, Bernard Brunell, quien estructuró la cocina del Restaurante Ambrosía en la Ciudad de México, propiedad de Guillermo Ríos. En aquel entonces, los clubes gastronómicos estaban en auge, y Ambrosía no era la excepción, contando con productos de importación de alta calidad y un nivel de exigencia nivel excelencia
Tuve el privilegio de trabajar en restaurantes icónicos de la época, lo que me brindó valiosas lecciones sobre servicio y operación. Estas experiencias me permitieron destacarme en la gestión de comedores ejecutivos, gracias a mi amplio bagaje en cocina, servicio y operaciones de alta calidad.
A una edad temprana, coordiné el comedor de ferrocarriles, atendiendo a políticos y empresarios destacados. Además, viaje por Europa, lo que amplió mi visión internacional. Sin embargo, en aquella época, ser chef mexicano no era fácil, ya que no se nos valoraba como se debía.
Posteriormente, incursioné en el mundo de la construcción, aprovechando mi experiencia como chef para ofrecer perspectivas valiosas a los arquitectos, diseñando cocinas más eficientes que permitieran una mejor operación.
Más adelante, fui convocado como chef ejecutivo en Los Encinos. Y así, la vida me trajo a Los Cabos, donde pude fusionar mi conocimiento de cocina mediterránea con sabores mexicanos, creando platillos únicos con un toque especial.
Mi vida en Los Cabos me ha permitido tener grandes logros en la industria gastronómica así como convivir con mi familia y amigos.
¿Qué legado te gustaría dejar?
Me encantaría decirle a los jóvenes que valoren la vida, el dinero. El esfuerzo tiene recompensa, que tengan inteligencia emocional. Que los retos, el esfuerzo y las complejidades les dan fortaleza”.
Un mensaje a tú hija: “Que la amo y la adoro. El esfuerzo y la dedicación harán que logre sus sueños. Que nada de la vida es gratis y todo implica esfuerzo, enfocándose con convicción, tenacidad y trabajando logrará sus metas. Quiero verla independiente y feliz”.
Diferenciadores de la gastronomía en Los Cabos: La gran variedad de productos provenientes del mar. Hay una gran creatividad y libertad. En Los Cabos contamos con Chefs extraordinarios. Cada quien tiene su propia identidad. La libertad de la que hablo le da su propio estilo y personalidad a cada Chef. Esto le da mucha riqueza y diferenciador a la gastronomía de esta región. Lo que nos hermana a este gremio, entre otras cosas, es que amamos el destino. En la actualidad, están los reflectores en Los Cabos. Por ejemplo, la UNESCO hizo de esta gastronomía patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Esta pasión y definición de estilos han hecho que los chefs de esta región ganen precios y obtengan visibilidad internacional como una gastronomía de excelencia.
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