Cuéntanos tú historia:
Nací en Zitácuaro Michoacán el 8 de octubre de 1964. Soy la quinta de una familia de diez hermanos. Tierra de matlatzincas y otomíes.
Tuve una niñez muy divertida, rodeada de mis hermanos y amigos. Una infancia rica en experiencias y en contacto con la naturaleza. También disfrutaba deslizarme en avalanchas de cartón, reunirme en la calle con mis hermanos y vecinos, y pasar largas horas jugando. Las tardes fluían entre correr, saltar, explorar, y muchas "chapis-aventuras." Lo de "chapis" era uno de mis apodos de niña, debido a mi estatura.
Mamá, una mujer increíblemente bella y trabajadora, fue quien nos cuidó la mayor parte del tiempo y nos incitó a seguir adelante. En alguna ocasión dijo: "Primaria y secundaria es lo que yo les puedo dar, ustedes búsquenle, no se queden ahí." Y claro, la necesidad nos llevó a buscar y crecer. La sabiduría de mi madre y su crianza nos ha permitido prosperar y, sobre todo, ayudar a los demás, siempre bajo la consigna de que "el saludo y un plato de comida no se le niegan a nadie." Y bueno, aquí estoy, siguiendo sus pasos. La psicología es mi tercera carrera.
Llegué a Cabo San Lucas en 1985, una semana después del terremoto. Cabo me acogió con los brazos abiertos. Tuve algunos trabajos en el área restaurantera y de administración. Aquí conocí a mi esposo, nos casamos en abril de 1986, y en 1989 nació mi hijo Rafael. En esos años incursioné en el emprendimiento: desde una cafetería y restaurante, hasta el campo de la educación. Con la inquietud de ofrecerle a mi hijo y a otros niños una opción educativa, abrí el colegio Montessori Omeyocan en 1992, el cual funcionó hasta 2009. Durante este tiempo también me dediqué a dar talleres y conferencias. En 2009 comencé mi tercera carrera, Psicología, y hasta la fecha cuento con tres maestrías. Actualmente soy catedrática en el área de Maestría de Psicología Clínica en la Universidad del Golfo de California.
Justo en octubre de 2012, para celebrar mi cumpleaños número 48, inauguré mi clínica "Emovere Psychological Clinic," un proyecto bendecido y de enorme satisfacción hasta el día de hoy. Agradezco que un gran número de personas me haya dado, y siga dando, la oportunidad de ser parte de su vida y coincidir en el camino de la salud mental.
2020 fue un año de retos y mucho aprendizaje. No solo me permitió incursionar en la salud mental a nivel local y nacional, sino también internacional, debido a la desestructuración social y emocional que trajo consigo la pandemia. En nuestra comunidad y a nivel nacional, se formó un grupo de psicólogos para dar los primeros auxilios psicológicos. La maravilla de la tecnología me permitió romper fronteras, ya que la ayuda se brindaba a quien la necesitara. De pronto, estaba apoyando a personas en Canadá, EE. UU., España, Alemania, Australia y Catar. Esto nos abrió un nuevo panorama de crecimiento, empatía y solidaridad.
Además, 2020 me dio la oportunidad de escribir mi primer libro para parejas titulado Lo tuyo, lo mío y lo nuestro: una relación sana y madura sin morir en el intento. Ya tengo otro par de borradores para seguir escribiendo. Un día leí la frase del poeta José Martí: "Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo." ¿Qué más puedo pedirle a la vida? Solo me queda dar gracias, especialmente a cada persona con la que he coincidido.
¿Por qué elegiste la carrera de Psicología?
Las causalidades de la vida. Cuando tenía el colegio, llegaban personas en busca de ayuda, y rápidamente les aclaraba que no era psicóloga. Sin embargo, había algo que podía hacer o decir. Entonces me dije a mí misma: "Algún día estudiaré psicología." Y así fue. Decimos que las cosas pasan por algo, y un día, sin pensarlo, ya estaba inscrita nuevamente en la universidad, a mis 45 años.
Como especialista en salud, ¿cuál crees que sea el problema que más aqueja a la sociedad?Es una pregunta muy amplia. Me gustaría comenzar señalando que los problemas de salud mental a menudo tienen su raíz en la crianza y en las experiencias de vida. Claro que podríamos sumar un sinfín de situaciones que derivan en problemas de salud mental, como la influencia de las redes sociales. Es curioso cómo, cada cierto tiempo, los problemas de salud mental se mimetizan en la población general. Actualmente, los más comunes son los trastornos de ansiedad y depresión, problemas derivados de las adicciones (alcohol y drogas), TDAH en adultos, y en los jóvenes, la adicción a los videojuegos y redes sociales. También vemos conductas disruptivas en los más pequeños, y en las parejas, la codependencia emocional y las secuelas de la infidelidad, entre otros trastornos de índole sexual que afectan a niños, adolescentes y adultos.
¿Qué consejo le das a los padres?
La comunicación es la base del entendimiento. Hay que establecer consecuencias, pero sin el sesgo de castigo, ser congruentes entre lo que prometen y hacen con sus hijos, implementar límites bien definidos, evitar etiquetarlos y, sobre todo, ser padres presentes.
¿Cuál es tu pasión?
Me apasionan muchas cosas. Una de ellas es mi profesión como psicóloga. Ver y sentir cómo cada persona transforma su manera de percibir las cosas y llega a las sesiones con una sonrisa es algo que me llena de satisfacción. Dicen que cuando te apasiona lo que haces, deja de ser trabajo. Me siento así: amo y disfruto mi trabajo. También me apasiona crear, aprender y la vida misma.
¿Qué te inspira?
Yo misma. Soy una mujer de retos, aunque mi esposo, con una sonrisa, dice que “me voy como el borras,” refiriéndose a que me lanzo sin pensar. Aunque no es así; cuando decido hacer algo, lo hago con todo. También me inspiran las personas y su capacidad de cambio. Y, sin duda, mi hijo ha sido una gran fuente de inspiración. Cuando decidí estudiar psicología, él estaba en Nueva York estudiando cine, y su respuesta fue: "Qué bueno, mami. Te lo mereces. Sé que vas a ser muy buena psicóloga porque te gusta ayudar a los demás." Al igual que yo, él es apasionado en lo que hace, y me identifico mucho con él. Ambos compartimos esa pasión por crear y cambiar historias.
¿Qué consejos les darías a los jóvenes?
¡Háblenlo! Es una frase común en terapia. Me refiero a expresar lo que piensan, sienten y quieren. La comunicación es una habilidad básica en las relaciones interpersonales, pero los jóvenes de hoy están tan inmersos en la tecnología que les cuesta hablar cara a cara. Hace un tiempo, me pidieron dar una conferencia sobre el abuso de la tecnología para chicos de primaria y secundaria. Fue sorprendente ver cómo reaccionaban con ansiedad y molestia cuando les pedía que dejaran sus aparatos electrónicos sobre una mesa. Su atención estaba dividida entre escucharme y mirar sus teléfonos de reojo. Les di cinco minutos para usarlos, y su humor cambió radicalmente. Luego les pedí que interactuaran con sus compañeros, pero solo una décima parte del grupo lo hizo, mientras los demás se quedaban nerviosos.
Una de las razones por las que no comunican con sus padres es porque se sienten juzgados y no entendidos. Por eso, trabajo con los padres en terapia para abrir esos canales de comunicación y romper las suposiciones generacionales. El entendimiento y la cercanía transforman la relación.
¿Qué te gustaría dejar como legado al mundo?
Me considero una mujer afortunada por las experiencias que he tenido en la vida y por haber convergido en distintos estratos socioeconómicos. Sé que, a través de mi profesión y mi tiempo en Cabo, he influido en muchas personas, y lo seguiré haciendo. Mi legado es estar, escuchar, dar y recibir. Me gustaría que, cuando ya no esté, las personas con las que he coincidido repliquen ese mismo enfoque de empatía, ayuda y conexión.
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