Cuéntanos tu historia.
Nací y crecí en la Ciudad de México, y me enorgullece ser hija de una madre soltera. Mi madre, enfermera de profesión, trabajaba en dos empleos, uno en una clínica y otro en un hospital, para proporcionarnos educación y cubrir nuestras necesidades básicas. Crecí rodeada de amor junto a mi hermana, quien es un año mayor que yo. Mi educación se desarrolló en instituciones públicas durante la primaria, secundaria y preparatoria. Posteriormente, tuve la oportunidad de ingresar a una universidad privada para estudiar la carrera de Administración de Empresas Turísticas, gracias a una beca que me acompañó a lo largo de toda mi trayectoria académica. Desde muy pequeña entendí que la educación era el pilar fundamental de mi vida y la única vía para destacar.
En 1997, al finalizar mis estudios, decidí mudarme a Los Cabos para trabajar como recepcionista, con la intención de adquirir experiencia y, eventualmente, regresar a la Ciudad de México. Sin embargo, eso nunca ocurrió. Ese mismo año cambié de empleo y comencé a trabajar en el Hotel Hacienda del Mar, un lugar que atesoro en mi memoria porque me brindó la oportunidad de crecer profesionalmente durante diez años en diversas posiciones. Inicié como secretaria del director de Proyecto, el ingeniero Víctor Reynaud, quien se convirtió en un mentor invaluable durante ese tiempo. A lo largo de mi carrera en el hotel, ocupé cargos como ama de llaves y asistente del gerente de operaciones, lo que me permitió conocer todos los departamentos relacionados: recepción, reservaciones, bell boys, mantenimiento, entre otros. Finalmente, alcancé el puesto de gerente de operaciones, una experiencia que me dejó un profundo aprendizaje y una enorme satisfacción personal.
En 2001 conocí a mi esposo, Nick Fong, el amor de mi vida. Él es estadounidense y estaba de vacaciones en Los Cabos cuando nos conocimos en un bar. A partir de ahí comenzó la historia que cambiaría mi vida por completo. Nuestra relación inició a larga distancia y, en 2006, nos casamos. Años más tarde nació nuestra hija, Sienna Valentina, y dos años después nuestro hijo, Rocco Nicholas. En 2010, decidimos emprender juntos una empresa de bienes raíces, que rápidamente evolucionó hasta incluir servicios de administración de propiedades, dando origen a RONIVAL. Lo que comenzó como un sueño compartido entre dos personas ha crecido hasta convertirse en una compañía que hoy cuenta con más de 200 profesionales excepcionales.
¿Qué opinas de la posición de la mujer en la sociedad?
Creo firmemente que las mujeres somos un pilar fundamental en la sociedad. Comenzamos como la base de nuestras familias y, a través de nuestro esfuerzo y dedicación, contribuimos significativamente a diversas empresas, aportando no solo conocimiento, sino también empatía y un profundo compromiso. He tenido la fortuna de vivir este ejemplo cada día durante más de nueve años, trabajando junto a mujeres extraordinarias que me inspiran constantemente. Cada una de ellas aporta una esencia única, y de cada experiencia compartida, aprendo y crezco. Juntas, seguimos construyendo un futuro más inclusivo y lleno de posibilidades.
¿Qué consejo darías como empresaria a una mujer que inicia un negocio?
Mi consejo es que trabajes con dedicación y siempre sigas tu intuición. Sin embargo, lo más importante es que, a lo largo del camino, disfrutes del proceso. Haz las cosas con amor y humanidad. Eventualmente, alcanzarás el éxito y recordarás con orgullo que disfrutaste cada instante de esa travesía. Reconoce tus debilidades y permítete aprender con humildad; nunca dejes de enseñar lo que sabes, ya que eso te llevará a alcanzar el verdadero éxito.
¿Cuál es la mejor lección que te ha dado la vida?
La lección más significativa que he recibido proviene de mi esposo: no existen sueños inalcanzables. Si no permites que el miedo te paralice y te rodeas de personas que aportan valor a tu vida, cualquier objetivo es alcanzable. Además, es fundamental reconocer que la vida está en constante cambio; nada es permanente. Sin embargo, todo puede enfrentarse y resolverse con ética y respeto.
¿Cuál es tu pasión?
Mi mayor pasión es mi familia. Mis hijos y mi esposo son el reflejo de mi esfuerzo diario, y mi mundo gira en torno a ellos. No obstante, también siento una profunda pasión por mi empresa. La motivación proviene de las personas que trabajan a mi lado; su dedicación, compromiso y lealtad son una fuente de inspiración constante.
¿Qué te inspira?
Muchas cosas me inspiran. Me inspira profundamente ver a mis hijos crecer y convertirse en individuos independientes y apasionados. También me inspira el impacto que puedo tener en mi comunidad a través de mi empresa. Ver cómo mis decisiones pueden contribuir al bienestar de otros y fomentar un entorno de trabajo positivo me llena de satisfacción. Además, el papel de otras mujeres en el mundo empresarial y sus historias de éxito me alientan a seguir rompiendo barreras y buscando nuevas oportunidades. La combinación de mi familia y mi compromiso profesional es lo que me impulsa a seguir adelante.
¿Qué consejo le darías a los jóvenes?
Les aconsejaría que busquen lo que realmente les apasiona y que se comprometan a seguirlo con determinación. Cuando te dedicas a lo que te llena de satisfacción, los conceptos de esfuerzo y trabajo adquieren un nuevo significado. Además, no teman al fracaso; cada experiencia negativa es una oportunidad de aprendizaje que contribuye a su crecimiento profesional y, sobre todo, personal.
¿Qué te gustaría dejar como legado al mundo?
Me gustaría haber creado una empresa donde las personas no solo se sientan orgullosas de trabajar, sino que también encuentren felicidad en su labor diaria. Quiero construir una organización que valore la diversidad en todas sus formas, asegurando que todas las voces sean escuchadas y respetadas. Es fundamental considerar la importancia de la salud mental en el lugar de trabajo, promoviendo un entorno que apoye el bienestar integral de los empleados. Mi objetivo es que la empresa no solo sea exitosa, sino que también tenga un impacto positivo en las familias de quienes trabajan con nosotros y, por supuesto, en nuestra comunidad.
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